La armadura está pulida,
y afiladas las espadas,
llega el momento de la lucha,
estamos listos para la batalla.
El enemigo ya está cerca,
llega la hora de la acción,
desenvainamos rápido nuestras armas
y cargamos sin compasión.
Más enemigos que abatir,
nueva sangre que derramar,
bajo el peso de nuestro acero
ni uno de ellos vivirá.
Arrasamos todo a nuestro paso,
en una ola de destrucción,
con cada vida arrebatada
nuestras hojas vibran de emoción.
La lucha ha terminado,
apenas en un instante,
ya está hecha la justicia
y saciada la sed de sangre.
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